domingo, 20 de febrero de 2011

Opinión: Víctor Manuel Barceló R. / Feb 20

La Bandera Nacional, símbolo e impulso.

En unos días (24 de febrero) se cumplen 190 años de la creación y presentación social de la bandera mexicana, con los colores, verde, blanco y rojo y un águila en el centro, como hoy le conocemos. Se trata del símbolo supremo de la lucha por la independencia, aunque no fuese apreciada así, de manera general, por los mexicanos de entonces. Como todos los símbolos, pasa por un largo proceso de incorporación de elementos a su constitución, que representan las esencias del ser, en este caso el mexicano en lo individual y de maduración en la conciencia nacional.

Anteriormente, aún desde la época precolombina, las grandes culturas que se asentaban en Mesoamérica, utilizaban pendones para identificar, por sus símbolos y leyendas, a personajes sitios y lugares de primer nivel. De ese modo, tanto gobernantes, como estados o regiones, empleaban estandartes representativos, que les caracterizaban y mostraban su procedencia.

Los españoles introdujeron banderas y estandartes de la casa real y otros, para acompañar a sus ejércitos. Pero nunca hubo una bandera nacional. El antecedente inmediato es el empeño de los insurgentes durante la guerra de independencia -1810-1821- por crear una bandera propia. Esta fue evolucionando del estandarte de Hidalgo, con la Virgen de Guadalupe, a la aparición de otra, con un águila imperial como escudo.

El sincretismo es la forma en que toma vida nacional nuestra bandera. Se inicia y fortalece como tal –la bandera nacional tricolor- en los momentos estelares de nuestra historia –Independencia, Reforma y Revolución- encarnando en la conciencia popular, durante las etapas que van de uno a otro acontecimiento; momentos en que la bandera acompañaba a soldados y guerrilleros, durante sus enfrentamiento a ejércitos e intereses extranjeros durante las invasiones, principalmente: la estadounidense -1846-47 la más sucia y desastrosa que nos parte por la mitad y nos cercena más del 50% de nuestro territorio- y de la Francia imperial -1863-1867- que incrusta brevemente un imperio europeo en nuestro territorio; terca y vigorosamente combatido y defenestrado, para siempre, por Juárez y su Generación, integrando y consolidando la nacionalidad mexicana.

En la bandera de los tres colores –nacida como de las tres garantías, que se aplican al nacer –independencia, religión y unión- y la evolución de dichas apreciaciones a lo largo de los siglos XIX, XX y lo que va del actual. La secularización de la nación nos lleva a nuevos significados de los colores: Verde, la Esperanza; Blanco, Unidad y Rojo, la sangre derramada por los héroes. Ahí se aglutinan conceptos culturalmente válidos como: religiones, creencias, ritos (nativos y occidentales) integrados a independencia, soberanía nacional, integración social; “Tierra y Libertad, “Sufragio efectivo, no reelección”.

Un homenaje y la consolidación del amor y respeto a la bandera –con ella a los otros símbolos patrios supremos: el escudo y el himno nacional- sería el inicio de una estrategia de recuperación cabal de las concepciones, encarnadas en el pueblo mexicano, de independencia y soberanía. Estas están comprometidas ahora, por presiones de toda índole, provenientes de los dos imperios que mayor daño histórico han inferido a México en el pasado. Hoy, cuestionan la capacidad del país para ejercer su autodeterminación, en todos los ámbitos de su vida de relación interna e internacional.

Resulta de importancia capital el programa que el 24 de febrero próximo lanza el gobierno de Puebla –territorio en que ocurren hechos estelares durante la independencia, la intervención francesa y las luchas campesinas de la revolución-. En el escenario de la conmemoración del día de la bandera nacional, se realizará el abanderamiento de 208 escuelas de todos los niveles, incluidas instituciones para las etnias Náhuatl, Totonaca, Mixteca, Mazateca, Popoloca(Ngigua), Otomí (Hñahñu) y Tepehua.

Sería un acto mediático, si este acontecimiento terminará allí. Lo cierto es que está diseñado para levantar el espíritu cívico y patriótico por todo el territorio estatal, mediante ocho eventos similares, que reunirán a la niñez y la juventud escolar y de organizaciones civiles, en las ocho circunscripciones que conforman Puebla, para que la bandera acompañe sus empeños por mejorar sus condiciones como estudiantes y como dignos hijos de una tierra, en que están decididos, pueblo y gobierno, a explorar juntos, rutas que recuperen las condiciones de vida de los pobladores, a fin de desterrar la pobreza y miseria que hoy les atosiga.

Correo Electrónico: v_barcelo@hotmail.com Puebla, Pue, 20 de feb. 2011.

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