martes, 8 de marzo de 2011

Democracia Virtual: Eugenio Hernández Sasso / Mar 08

(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)

La familia y su creciente desintegración

Existen muchos factores que se convierten en asesinos del matrimonio, uno de ellos, quizá el más importante, es el financiero. La célula básica de la familia es el matrimonio, pero cuando este se disuelve los hijos quedan al garete, crecen sin identidad y pueden ser influenciados por personas o cosas que los llevan a torcer el propósito para el cual nacieron. Entonces es muy importante mantener la unidad en esta sociedad cada vez más convulsionada.

La familia se desintegra cuando no encuentra satisfacción de algunas necesidades básicas que requieren sus miembros, tales como la convivencia, la confianza, el amor, la honestidad y el respeto. Entonces se separa uno o varios miembros del núcleo familiar, sus integrantes rompen lazos afectivos y empiezan los problemas.

Este fenómeno puede presentarse de dos maneras, física y emocionalmente. La física es cuando falta uno de los cónyuges, ya sea por causa voluntaria como divorcio, separación, abandono del hogar y causa involuntaria como muerte, cárcel y enfermedad, entre otros factores.

La emocional es la relación inter-familiar que se caracteriza por falta de comunicación y comprensión, en donde los cónyuges viven juntos por compromiso, sin apoyo moral y afectivo. Presentando conductas agresivas, infidelidad, peleas constantes, gritos, no sólo entre ellos mismos sino que en momentos determinados hay actitudes hacia los hijos como palabras ofensivas e hirientes, incesto y todo lo referente a la violencia intra- familiar.

El niño no es un ente aislado de la familia, al contrario es parte importante de la misma y al haber ruptura del núcleo familiar, reciente enormemente el problema, afectándolo en todas sus etapas de crecimiento y desarrollo, trasladando su problema a todos los lugares en que se desenvuelve, como la escuela en donde estudia, dando como resultado el bajo rendimiento escolar, baja autoestima, falta de emoción, cambio de carácter, timidez, agresividad, conductas inapropiadas, inadaptación o rechazo por la familia y la sociedad; que podrían desembocar en abandono de la escuela, ya sea porque no se sienta motivado a seguir o porque las autoridades de la escuela ya no soportan sus actitudes.

Ahora déjeme decirle lo siguiente, estoy seguro que muchas familias tabasqueñas viven en esa condición y no saben cómo solucionar su situación. Una gran cantidad de matrimonios aprovecha el Día de la Familia para salir a pasear y convivir con sus hijos en el parque, en un centro recreativo, ir al cine, visitar un restauran y desarrollar muchas actividades más, pero algunos ni siquiera ese día pueden disfrutar a su estirpe.

Es más, muchos salen a esos lugares pero no tienen ninguna comunicación con su esposa o esposo y mucho menos con sus hijos. Es decir, van nada más por compromiso pero la mujer está por un lado, el hombre por otro y los niños tienen que jugar solos porque no hay quien los acompañe.

El diccionario define al matrimonio como una institución social, reconocida como legítima por la sociedad, que consiste en la unión de dos personas para establecer una comunidad de vida. La biblia señala al matrimonio como algo sagrado que el hombre no puede separar ni destruir.

El divorcio, de manera opuesta a la definición de matrimonio, significa disolver, separar, apartar a las personas que vivían en una estrecha relación. La biblia dice que Moisés dio carta de divorcio por la dureza del corazón del hombre.

Entonces quiere decir que mucha gente se divorcia porque no conoce los principios espirituales que muy probablemente le fueron recitados (y recetados) cuando fue al altar y le juró amor eterno a su cónyuge.

Vamos a ver qué dicen las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística, Geoagrafía e Informática (INEGI). En 1970, por cada 100 matrimonios había tres divorcios; en 2003, esta cifra se elevó a 11 divorcios y para 2008 se registran 14 divorcios por cada 100 matrimonios. Seguramente en 2011 las cifras han incrementado porque podemos ver la tendencia año con año.

Durante el año 2008, se registraron 589 mil 352 matrimonios en el país. La edad promedio al momento de contraer matrimonio en los hombres fue de 28.3 años por 25.5 de las mujeres. En el mismo año se registraron 81 mil 851 divorcios. La edad promedio de los hombres al momento de divorciarse es de 38 años y de las mujeres de 35.4 años. Es decir, el vínculo matrimonial no dura ni diez años y las partes renuncian a ese compromiso.

Solamente quiero comentarle lo siguiente para que usted reflexione en este punto. Mi matrimonio duró 15 años en medio de tormentas físicas y emocionales hasta que llegó la separación definitiva y posteriormente el divorcio.

Usted dirá, "y eso a mí que me importa"; bueno, solo quiero compartirle una parte de mi vida para que vea que las cosas pueden solucionarse, solo es cuestión de invitar a Jesucristo a que viva en nuestro hogar y con ello las cosas van a cambiar.

Todo lo que anteriormente usted leyó es tan cierto, como que mi hijo mayor, hace 12 años, vivió exactamente lo mismo. La escuela no le importaba, reprobó todas las materias, se empezó a sentir rechazado, nos odiaba a mí y a mi esposa, se fue de la casa cuando tenía 14 años para llamar nuestra atención, se intentó suicidar dos veces y a nosotros poco nos importaba.

Entonces lo único que pretendo con este comentario es que usted piense en sus hijos y en el daño que muy probablemente les causa por los problemas que usted tiene en su matrimonio, porque ya no llega a su casa, porque no sale a convivir con ellos, porque tal vez les da dinero pero no les da amor ni tiempo de calidad. La vida de una persona no será nunca igual cuando vive en una casa (no un hogar) donde sus padres están separados. Entonces el Día de la Familia debe ser cotidiano, desde que usted se levanta y abre sus ojos, hasta que se duerme nuevamente.

Pero como antes le decía, es necesario buscar a Dios y hacer sus principios para que las cosas cambien. Cuando yo entablé una relación con Dios, mi vida se restauró, mi matrimonio también, y mi familia se cohesionó. Hoy vivimos felizmente casados de nuevo, y mis hijos, que ya no son unos niños, están orgullosos de sus padres.

Sassón

Como dijo Plutarco Elías Calles, "el que quiera la silla que se forme".

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