miércoles, 23 de marzo de 2011

Heraldo Político: Juan Ochoa Vidal / Columna / Mar 23

(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)

Luis Donaldo de carne y hueso

En este México nuestro, de contradicciones y extremos, de caudillos en pleno siglo XXI, lo mismo en la vida pública que privada convertimos en santos, de un momento para otro, a aquellos a quienes antes cuestionábamos por sus errores y defectos. Y lo hacemos ya sea porque fallezcan o porque cambien de partido.

Hace diecisiete años, hasta las siete de la noche, Luis Donaldo Colosio Murrieta era el candidato presidencial del PRI que, de acuerdo a analistas, no levantaba campaña. Con respecto a él, sus adversarios políticos decían que se trataba del títere que Carlos Salinas de Gortari intentaba dejar como sucesor en el cargo.

Su muerte, jamás esclarecida a satisfacción de la opinión pública, lo cambió todo. De repente, sus mismos críticos vieron o quisieron ver en su persona a un enemigo que el Presidente de la República quiso quitar de enmedio. Hoy, cuando el propio Salinas está de nuevo actuante en la política del país, del sonorense se presume que habría transformado positivamente a México.

Economista nacido en 1950, se relacionó con el grupo político de Miguel de la Madrid a través de su amigo Salinas. Fue de ese modo como alcanzó una diputación federal en 1985 y tres años después la senaduría.

En pleno conflicto postelectoral asumió la presidencia del PRI, desde donde participó en las negociaciones políticas por las cuales al PAN se le reconocieron sus dos primeras gubernaturas, en Baja California y Chihuahua, al tiempo que el aparato electoral, con Roberto Madrazo Pintado como secretario de Organización, aplastaba al naciente PRD en estados como Michoacán y Guerrero.

Ya desde ese tiempo, los allegados de Luis Donaldo observaban cómo a éste se le preparaba para la sucesión presidencial de 1994. El 13 de abril de 1992, es nombrado secretario de Desarrollo Social y queda a cargo de los programas pro-electorales del régimen. En vano el otro gran amigo de Salinas, Manuel Camacho Solís, desde la regencia del Departamento del Distrito Federal intentó desplazarlo.

Como reportero de Excélsior en aquel tiempo, tuvimos oportunidad de tratarlo un poco de cerca. Hicimos la cobertura informativa de diversas actividades suyas; entre ellas, una gira por Michoacán, un estado que conocíamos muy bien porque en muchas ocasiones lo recorrimos en giras con Cuauhtémoc Cárdenas.

De cerca nos percatamos de la diferencia existente entre el Luis Donaldo de la vida real y el de la imagen creada en torno suyo. Aun con su grado académico de maestría y con la experiencia que ya traía como legislador, era evidente que se le dificultaba comunicarse con la masa, con el pueblo.

Eso sí, hasta en pequeños mítines pueblerinos lucía un corte de cabello impecable y, a todas luces, cuidaba cada gesto. Era un hombre inteligente, dados sus merecimientos académicos; pero, al menos desde nuestra óptica, distaba de ser el gran líder que según la mercadotecnia era.

A inicios de 1994 ya estaba más que visto que su campaña no levantaba. Corría el rumor de que podría ser substituido por Manuel Camacho, en una situación que hubiese sido inédita en siete décadas de "dictadura perfecta".

Se entendió, entonces, el porqué de ese discurso crítico pronunciado durante los festejos de aniversario del partido, mediante el cual pareció distanciarse de Carlos Salinas: tenía qué repuntar en su posicionamiento, máxime que seis años antes el sistema había visto como entre febrero y julio de aquel año el cardenismo creció como bola de nieve, al punto de que la "ingeniería electoral" quedó rebasada por la voluntad popular.

En una de tantas versiones maniqueas propagadas después de su muerte y virtual pontificación, en Wikipedia se lee la siguiente descripción:

"Colosio, era el candidato del Partido Revolucionario Institucional, había iniciado su campaña el año posterior y ganado muy buena fama en todo el país, era muy querido gracias a sus propuestas de reforma: la reducción del salario de los altos mandos como diputados, senadores e incluso del propio Presidente de México, la disminución del IVA y un cambio drástico al gobierno de México (...)"

Jamás sabremos si Colosio en verdad hubiese cambiado a México para bien. Su nombre es evocado hoy por lo regular con intención manipuladora, pero tal vez como ex mandatario tendría hoy una imagen peor -o mejor- que la del propio Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox o Felipe Calderón. Después de todo, cada quien vive su tiempo y circunstancia.

Su padre, Luis Colosio Fernández, murió en octubre del año pasado siempre cuestionando las investigaciones que condujeron al encarcelamiento sólo de un asesino: Mario Aburto, quien al parecer pronto podría recuperar la libertad.

El nuevo presidente del tricolor, Humberto Moreira, quizá ante la incapacidad de decir otra cosa para "dar nota", se sacó de la manga una especulación: que el magnicidio puede repetirse. Aunque es cierto.

De los apuntes

Y como se esperaba, el ex alcalde Evaristo Hernández reapareció, encomendándose a Dios al tiempo que juró inocencia en el presunto desvío de decenas de millones de pesos. Dice que el gobernador es su amigo y que no entiende qué está pasando. Por mientras, el ayuntamiento de Macuspana presentó querella en contra de los también ex presidentes Freddy Martínez y Elías Alvarez. ¿Alguien más se unirá al "club"?***** En puntos extremos del mundo, la crisis nuclear no amaina, aunque las potencias tratan de minimizarla, en tanto que en Libia literalmente se queman muchos millones de dólares como si imperara la bonanza global.

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