sábado, 26 de marzo de 2011

Para Usted: Mario Gómez y González / Columna / Mar 26

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)

Orejas de burro para AL

Cuando escuchamos o leemos las declaraciones de los funcionarios más cercanos de Calderón, entendemos porque anda desesperado buscando fuera de casa un candidato presidencial que le saque las castañas del fuego. Y por eso también puede usted comprender, mi estimado lector, porqué las cosas están tan mal en nuestro país. Ahora toca ponerle sus grandes orejas de burro –con todo respeto, a tan noble animal-, a Alonso Lujambio, Titular de la Secretaría de Educación Pública.

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Cuando casi todo México sabe lo dañino, insano y pernicioso que es perder el tiempo viendo una telenovela en el Duopolio televisivo de nuestro país, porque lo único que promueven en sus pantallas es una sociedad violenta, impúdica, irrespetuosa y hasta pornográfica, con una falta total de valores que le den dignidad al ser humano.

Después del tremendo desliz de Ernesto Cordero en días pasados, el jueves 17 de marzo, se le ocurrió al insigne Alonso Lujambio, responsable de cuidar que se imparta una educación de calidad a los niños y jóvenes de México declarar -al entregar 27 reconocimientos al compromiso con el futuro de México 2011-, que las telenovelas son educativas en nuestro país. Que son el instrumento más poderoso para fomentar valores y combatir el rezago educativo de millones y millones de personas e incluso se preguntó ¿No sé cuantos valores podemos estar promoviendo dentro de las telenovelas que ven millones de personas? Y la pregunta que nos hacemos los mexicanos es, ¿En qué mundo vivirán estos extraños personajes sacados de las ocurrentes decisiones de Calderón y que además, sorpréndase, quieren ser presidente de México?

Cuando el pasado 18 de marzo, se le preguntó al Rector de la UNAM, Dr. José Narro sobre las declaraciones del titular de la Secretaría de Educación Pública, éste subrayó que “para combatir el analfabetismo hay maneras más prácticas, interesantes y con todo respeto, más inteligentes”.

Declaró Narro que la educación tiene que ser vista en nuestro país como un asunto donde el gran propósito no es sólo enseñar algo o transmitir una información. Educar –dijo-, implica formar ciudadanos, que cada uno de los mexicanos reconozca sus obligaciones y las cumpla, así como sus derechos para exigirlos. Cuando México sea educado, será un país de ciudadanos. Y serán esos individuos, hombres y mujeres, jóvenes y no tanto, que puedan hacer eso: cumplir cabalmente con su responsabilidad colectiva y, al mismo tiempo, exigir nuestros derechos. Hoy, muchos de los derechos plasmados en la Constitución siguen siendo aspiraciones, no son parte de la realidad, ni exigibles siquiera.

Indicó que si se invirtieran 26 mil millones de pesos (cantidad equiparable a lo que el gobierno deducirá de impuestos por dos años a las personas que pagan colegiaturas de escuelas privadas, de acuerdo con un decreto presidencial) el analfabetismo podría abatirse en tres años. Es dedicarle a esto 9 mil millones de pesos, por supuesto que México lo puede hacer.

En México hay 31.6 millones de personas en rezago educativo, de los cuales 5.9 millones son analfabetas. El combate a este problema –sostuvo el rector– ha sido lento, pues de 1990 a 2010 sólo se sacó del analfabetismo a 800 mil mexicanos. A ese ritmo nos vamos a tardar 60 años en acabar con él. No se trata de un problema sólo de las personas mayores, pues el censo de población 2010 mostró que hay más de 500 mil jóvenes mexicanos de 15 a 29 años que no saben leer ni escribir. Para combatir el rezago educativo –concluyó-, no sólo se necesita dinero, sino también organización y convocatoria, con la participación de todos los sectores. Esto es factible, porque lo han conseguido Bolivia, Cuba y Costa Rica ¿por qué no hacerlo nosotros? En síntesis demandó una visión más inteligente para abatir el analfabetismo en el país.

Qué no está enterado Alonso Lujambio que al no regular los contenidos de las telenovelas mexicanas se está prácticamente entregando el Estado la educación de nuestros niños y jóvenes al duopolio Televisivo.

El 18 de marzo, Lujambio le dijo a Carmen Aristegui en entrevista, que a través de las telenovelas y de otros sistemas educativos como la televisión pública se puede hacer mucho por la cultura, que se pueden promover valores en la sociedad que contribuyan a fortalecer el sistema educativo y la cultura. Si señor Lujambio, lo grave para los niños, jóvenes y adultos, es que nadie los obliga hacerlo, y ahí está el quid del asunto.

Decía con justa razón, Albert Einstein: hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. La estupidez humana brota de manera natural en aquellos que tienen la mirada muy corta y una ambición demasiado grande. Qué vergüenza para la Educación en México y para los ilustres mexicanos que han tenido el privilegio de ocupar el honroso cargo de Secretario de Educación en México como José Vasconcelos, Justo Sierra Méndez, Jaime Torres Bodet, Agustín Yañez y Jesús Reyes Heroles, que un personaje como Alonso Lujambio esté ocupando ese lugar.

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