viernes, 18 de marzo de 2011

Transparencia Política: Erwin Macario Rodríguez / Columna / Mar 18

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)

El Tabasco de ayer

Ayer jueves fue un día para el recuerdo y la añoranza. Todavía estaba fresca la tinta de Rumbo Nuevo acerca del desastre ecológico en Tabasco y un acto cultural, por la noche, nos recordaba que de la selva tabasqueña sólo quedaba el testimonio y la protesta del acuarelista Miguel A. Gómez Ventura.

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Durante el día los amigos hicieron regresar la cinta, las imágenes de lo que Tabasco era hace apenas unos cincuenta o cuarenta años.

Fue jueves de la mesa de Gaba Gutiérrez y, como siempre, de su hemeroteca se desprendieron páginas y recortes de periódicos que, también como es costumbre, nos dividimos entre Jorge Priego Martínez, Enrique Muñoz, Lolita Gutiérrez y este servidor de ustedes, queridos lectores.

Ausencio Díaz, otro recopilador de la historia añejada en los periódicos y revistas de Tabasco, hizo honor a su nombre: no asistió al feudo de don Manuel Abdala, el restaurante del hotel Ritz, donde jueves a jueves comemos la amistad y a veces uno que otro personaje. Todo, dicho claramente, con todo respeto.

También fue día de la fotografía para el presente y la del recuerdo. Con Rigoberto Ceballos la tamaño credencial. Con Rafael Vila Escalante la que se publicaba en su revista Panorama, de la cual el primer conductor de un programa noticioso en la televisión tabasqueña entrega un ejemplar y nos recuerda cómo eran aquellos tiempos de los años 60`s en Villahermosa.

Con el doctor Teodora Mendoza, Bartolo Jiménez Méndez y Rafael Vila salíamos del estudio de éste último, apenas anochecía. Una turista gringa estaba en la puerta y en un inglés que mucho envidiaría el “ticher” y su juay te rito, le preguntó Vila que le sucedía.

Entendimos que habían olvidado sus pertenencias, todo su dinero y unas cámaras fotográficas. En un taxi. Se le invitó a subirse al viejo Opel que por muchos años tuvo nuestro amigo fotógrafo y se inició la operación rescate.

En las calles fue difícil localizar a la unidad del servicio público, fácil de identificar en aquellos tiempos en que los carros eran de modelo reciente, de lujo pues. En las autoridades, sabíamos, poco se podía hacer, aunque más que ahora.

Se ocurrió al escuadrón ir con el líder de los taxistas para preguntar donde guardaban los taxis en aquellos tiempos. El Chunco, que tal recordamos, nos dijo que estaban en un estacionamiento cerca del aeropuerto, que entonces se localizaba donde hoy empieza Tabasco 2000, más “allaito” de Ruiz Cortines esquina con Paseo Tabasco.

Con la turista, —que resultó ser escritora estadunidense, radicada en Nueva York, pues había preguntado cuántos días más o menos le tardaría en llegar un envío de dinero de aquella ciudad de Estados Unidos—, llevamos nuestra diligencia —ay mojo MP— hasta el sitio donde dormían los taxis.

¡Ahí estaba la unidad! La mujer espió la parte trasera y ¡oh, sorpresa!, ahí estaban sus pertenencias. Vila, el más grande del grupo, le dijo al cuidador que eramos, —ya entonces, periodistas de garra y no sé que más y que no se fueran a perder esos objetos porque íbamos por la llave del carro, que creo era del Chunco. Regresamos y el rescate se realizó. Eran otros tiempos. Quizá la turista escribió algo allá en gringolandia sobre esto. Ni su nombre guardamos. Tal vez habló bien de Tabasco pues estaba tan contenta que sólo le faltaba saltar de alegría por las calles de la ciudad no tan peligrosas como ahora. Vimos que le dio algo a Rafael Vila y al preguntarle, discretamente después, dijo que le había devuelto los treinta pesos que le había dado para comer.

Rodolfo Gómez Nieto, uno de los hijos del doctor Gómez Ventura se enteró de esta anécdota ayer que nos llegó a invitar al acto de presentación del libro que es una biografía del doctor Gómez Ventura, Murmullos de la selva, editado por el gobierno de Tabasco y dado a conocer anoche en el Jaguar Despertado con la presencia de Carmita Nieto, que fue la eterna compañera del artista. También estuvieron sus otros hijos, Miguel Ángel y Selva Gómez Nieto, que fue una de las presentadoras de la obra que con tiene además de datos biográficos y anécdotas del artista, muchas fotografías de sus obras pictóricas donde nos llega la nostalgia de lo que el hombre ha depredado, como ayer todavía decíamos:

La naturaleza ha cobrado el daño que se la ha inferido. Las selvas desaparecidas han provocado una emergencia ecológica, en cada inundación. Tabasco fue el rostro de la tragedia hace cuatro años y también el espejo donde se miraron los mexicanos.

Como dijo anoche uno de los presentadores del libro, Lácides Detjen, rector de la Universidad Olmeca, al señalar uno de los textos en la obra, escrito por Humberto Mayans, secretario de Gobierno —presente en ese acto de presentación— éste es un documento en el que la obra de Gómez Ventura es una memoria de lo que fue Tabasco y una protesta ante el daño que se le ha hecho.

Lado Claro

Poco más o menos, así fue este evento que no se cubrió hasta el final pues no faltó una zalamera del Instituto de Cultura que cuando el compañero Enrique Muñoz se levantó a recibir una llamada, colocó en su lugar a un invitado.

Pero, en fin, ayer fue un día del recuerdo y la nostalgia de lo que Tabasco era antes.

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