jueves, 28 de abril de 2011

Doble Filo: Homero T. Calderón / Columna / Abr 28

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

Nuestra contracultura ecológica (II)

En mi colaboración de ayer miércoles, le preguntaba a los arquitectos Cámara Domínguez, autores del proyecto de la nueva Plaza de Armas, su propensión a imitar al depredador tabasqueño, Policarpo Valenzuela, quien arrasó con toda la selva de Tabasco. Preguntaba también a los diseñadores y constructores de este "monumento al concreto", su inquina para aceptar los 35 árboles que ya estaban en edad adulta y que no fueron tomados en cuenta a la hora de reproyectar un espacio tan necesario para que Villahermosa cuente con un icono de primera categoría. Pregunté también cómo es que una Comisión ecologista --integrada por Armando Beltrán, Alberto de la Cruz, Marcela González, Pascual Bellizzia (del PVEM) y Lorena Beaurregard-- que despacha frente a la obra en proceso, no se percató que en sus propias barbas se estaba cometiendo un ecocidio. Dije también que si los arquitectos Cámara Domínguez vivieran en Japón, donde cada árbol es un monumento a la vida, ¡ya los hubieran "deshuevado"! Sí, los Cámara andarían 'capones' y agarrando el primer avión a La India para que les remplazaran su miembro, aunque fuera éste una trompita de elefante. Mil perdones, me echo un poco para atrás. Déjeme explicarle lo anteriormente citado. Sucede que me relataron un cuento sobre el particular, el cual ya he comentado en este mismo espacio. Dicen que un mal día, Calenturoso del Pichal, odioso sujeto enfermo de sexualidad, de tanto subirse al guayabo, se le cayó el 'picho'. Lloroso y a punto del suicidio acudió por consejo ante el filósofo de Jalapa, don Cafiaspirino Oropeza. Este, buena onda, habría escuchado que en La India, despachaba un cirujano muy chinguetas que injertaba miembros viriles a machos deshuevados. Como pudo, el vil sujeto se fue a ese país pensando que ahí podría resolver su infame situación. Pero a la hora que llegó no encontró al médico en su consultorio. Éste andaba de cacería. Como pudo alquiló un guía y un elefante hasta encontrarlo. --¿Qué desea?, le pregunta el médico… --Señor, le respondió Calenturoso, me sucedió una desgracia por hacer mal uso de mi miembro, usted sabe, la carne es débil… --¡Sagrada diosa Khalí! Sí que es una desgracia. Podría yo ayudarlo pero en estos momentos en mi "refri" sólo tengo en existencia trompitas de elefante tierno… --¿Cree que eso funcione?... --Está garantizado, señor… Un año después de aquella operación, don Cafiaspirino Oropeza se encontró a éste vil sujeto y le preguntó: --Oye, y ¿qué pasó? ¿Fuiste a ver al médico que te dije?… --Sí, don Cafiaspirino, fui pero no tenía miembros humanos y me injertó una trompita de elefante. Pero con esa la hago… --Ah, chingá, entonces, ¿funciona?... --Sí, y muy bien. Solo tiene un inconveniente. Cuando voy al cine me quita la bolsa de cacahuates y luego me los quiere meter por el "ulo" (No les vaya a pasar.

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