domingo, 24 de abril de 2011

Internacional / Bashar Asad, en el nombre del padre / Abr 24

SIRIA | Los niveles de crueldad del dictador

Bashar Asad, en el nombre del padre

Un simpatizante de Asad en un acto, en Damasco, en apoyo al presidente sirio. | Efe
  • 'Controla Siria desde su tumba', confesó en una reunión Bashar Asad en alusión a su padre
  • En Israel, su odiado enemigo, imitan a Asad en los programas de sátira como un líder temeroso de Irán


"Controla Siria desde su tumba", confesó en una reunión del partido Baaz el presidente sirio Bashar Asad en alusión a su padre y antecesor, Hafez Asad. Este viejo zorro lo tenía todo tan bien atado y controlado que sabia lo que decían de él en la mezquita de Hama, en el puerto de Latakia o en los campos cerca de Deraa. Y si las opiniones eran de crítica al régimen, se silenciaban de forma silenciosa. Nunca han faltado confidentes en el régimen del miedo. Tampoco faltan ahora pero, a diferencia del pasado, ha desaparecido un elemento vital: el miedo a protestar, denunciar y manifestarse.

El alumno Bashar aún no ha llegado a los niveles de crueldad e inteligencia del maestro Hafez aunque en el último mes intenta demostrar que ha aprendido bien la lección: sitio militar de dos ciudades, redadas nocturnas como las de esta madrugada en un suburbio de Damasco, inflitrarse en manifestaciones, disparar a matar contra los manifestantes y asistentes a los funerales, torturas, censura informativa, etc..

Estos días de revueltas populares y sangrientas represiones, el joven Asad se debe preguntar que haría su todopoderoso padre. La matanza de Hama (entre 20.000 y 30.000 muertos tras la orden de Asad en el 82 de aplastar la sublevación armada islamista) es prácticamente imposible de repetir. Los tiempos, circunstancias y opositores son diferentes, los medios extranjeros vigilan más y los líderes mundiales ya están hartos del hombre de Damasco que de forma milagrosa siempre gana las elecciones con un 98% de los votos. Y existe Internet, maldito invento para los dictadores.

El viejo León de Damasco no hubiera permitido llegar a la actual situación, un callejón sin salida lleno de sangre. O quizas sí, ya que ni siquiera el viejo zorro hubiera sido capaz de frenar la ola de revueltas que arrasa la región llevándose con ella dinosaurios tan poderosos como Hosni Mubarak.

Condenado por la comunidad internacional tras la muerte de cerca de 120 personas en 48 horas y ensordecido por el grito de la protesta civil contra la dictadura, Bashar Asad se arrepiente ahora de haber rechazado la propuesta del diputado sirio Abad Al Karim Sayad. Éste propuso, antes del estallido de las revueltas, la creación de una comisión parlamentaria para anular parte de las Leyes de Emergencia. El Parlamento, un juguete del presidente, votó en contra por mayoría absoluta (como suele pasar desde hace 48 años). Ahora, Asad se ve obligado a anular dichas leyes en un intento desesperado para acallar la revolución. Resultado: se ha quedado sin su Estado de Emergencia y no ha evitado las protestas más masivas desde que en julio del 2000 fuera nombrado presidente tras la muerte de su padre.

Una lucha contra sí mismo

Desde entonces, Asad ha luchado contra la imagen de "indeciso y poco contundente" ante los suyos y sobre todo ante la vieja guardia que echa de menos a Asad padre y lamenta el accidente que en el año 94 acabó con la vida del heredero natural y más preparado para ser dictador, Basel Asad.

En Israel, su odiado enemigo, le imitan en los programas de sátira como un líder temeroso de su sombra y marioneta del líder del grupo chii Hizbulá, el jeque Hassan Nasrala y de su amigo, el presidente iraní, Mahmud Ahmadinayad. Si bien es cierto que en los primeros momentos de su mandato no se movía ni decía nada sin el permiso de su ministro de Exteriores, Faruk A Shara y otros veteranos, al cabo de unos años consiguió cierta autonomia.

Se creía invencible tras aliarse con la poderosa Irán y apadrinar con armas y dinero a Hizbulá y al palestino Hamas pero no entendió que su pueblo también quiere empleo, detesta la corrupción y contemplaba por Al Yazira cómo los jóvenes egipcios y tunecinos salían a las calles y echaban a sus respectivos dirigentes.

En su décimo aniversario en el poder, Asad se sentía seguro. La mejor prueba de que iba 'por buen camino' eran las criticas de los organismos de Derechos Humanos. "No importa que Asad se haya presentado como reformista, que se ha visto bloqueado por la vieja guardia o que simplemente sea otro gobernante árabe más que hace oídos sordos a las críticas. El resultado para el pueblo de Siria es el mismo: nada de libertad y nada de derechos. Tras diez años, el historial de Asad es éste: no ha hecho virtualmente nada para mejorar el estado de los Derechos Humanos en el país", sentenció la directora para Oriente Próximo de 'Human Rights Watch', Sarah Leah Whitson.

Aspirante en los inicios de los 90 a dirigir una clínica de oftalmología en Londres llegó a la presidencia prometiendo reformas e Internet. Impulsó la llamada 'Primavera de Damasco', un laboratorio popular que exigía pluralismo y reformas. No tardó en desactivarla, no vaya a ser que acabase con su absoluto dominio, el de la élite alauita y la dinastía Asad.

A diferencia de Mubarak, su caida vendrá acompañada de muchísima sangre derramada. El rais egipcio se fue pero su régimen continuó. Si Asad se va, el régimen se va con él a menos que sus hermanos, primos o allegados hagan un golpe de Estado en complicidad con alguno de los oficiales sunitas más importantes.

Persona 'non grata' en la Administración Bush, Asad estaba siendo rehabilitado lentamente a ojos del presidente Barack Obama. Pero con un detalle. Es cierto que Obama ha condenado duramente la represión de este fin de semana apuntando la ayuda iraní para hacerlo. Ahmadineyad sacó un sobresaliente en reprimir de forma sangrienta a los jóvenes iraníes que exigían democracia. Pero Obama no le ha exigido que se vaya como sí hizo y de forma muy rápida con Mubarak, que era aliado de Washington. Con Asad, hay muchas condenas pero irónicamente un trato más conciliador.

La previsión para los próximos dias: Asad continuará reprimiendo a los manifestantes con virulencia y mucho fuego pero al mismo tiempo intentará reconciliarse con ellos con más gestos políticos.

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