domingo, 10 de abril de 2011

Solo en Domingo: Francisco Peralta Burelo / Columna / Abr 10

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
fcoperalta42@hotmail.com

¿Cuántos amigos hacemos y cuántos conservamos?

En cada etapa de nuestra vida --y en cada actividad que emprendemos-- hacemos amigos. Hacemos amigos por acá, hacemos por allá. Hacemos amigos en nuestra niñez, hacemos amigos en nuestra juventud, hacemos amigos en nuestra adultez y aún hacemos amigos en nuestra vejez. Hacemos amigos en la primaria, hacemos amigos en la secundaria, hacemos amigos en la prepa (o el bachillerato), hacemos amigos en la Universidad… Hacemos amigos en el vecindario, en la calle, en el parque (antes, ahora en la disco), en los campos deportivos, en el noviazgo, en los paseos en las vacaciones, en el trabajo, en el estudio, en la distracción, etcétera. En una excursión, en un encuentro casual, en la iglesia (o en el templo), en la familia. Ahora en internet o facebook, en una fiesta --por qué no, en una cantina o, bueno, un bar--, en el aula, y sería prolijo mencionar tantos y tantos sitios y tantos y tantos momentos. La cosa es que nos pasamos la vida conociendo gente y haciendo amigos. Amigos de la niñez, amigos de la juventud, amigos de la adultez, amigos de la vejez, personas de nuestra edad, normalmente, y a veces menores o mayores que nosotros. La vida es un hacer amigos (y también enemigos, si se quiere, pero de eso mejor no hablar). Claro que hay hombres o mujeres que son más amigueros que otros u otros que de amigueros poco tienen (y que afortunadamente son la excepción). Ahora bien, ¿por cuánto tiempo se hacen esos amigos?, ¿cuánto dura una amistad?, ¿cuántas amistades llega uno a tener de esas que se le dicen de toda la vida?. O, bueno, ¿qué cantidad de amigos habrá tenido uno de niño, de joven de adulto o de viejo?. ¿En qué etapa de la vida de cada quien la cosecha de amigos habría sido mayor?. ¿Usted se ha puesto a pensar, lector, lectora, sobre cuantos amigos ha tenido a lo largo de su vida?. Seguramente que esas cuentas jamás las ha hecho (ni las hará). Total, ¿para qué?. Vamos, ni siquiera por curiosidad o para decir “yo hasta ahorita me he visto bendecido con la amistad correspondida de mil, dos mil, tres mil, personas, entre hombres y mujeres”. Usted, se acordará como cualquier persona, de equis o zeta amigo de su niñez, de algunos cuantos amigos de su juventud, y así por el estilo; quizá algunos nombres todavía los recuerdo, pero otros muchos ya los haya olvidado, porque al pasar de los años no se ha vuelto a ver con ellos ni ha tenido contacto alguno, ni siquiera ahora por esas usadísimas redes sociales (y ya no se diga a través de una carta, porque hoy nadie le escribe a nadie por este medio). Pero, ¿cuántos de esos que fueron sus amigos en cada etapa de su vida, en los equipos deportivos en que jugó, en las juergas que corrió con ellos, en algún trabajo donde coincidió, no los ha perdido para siempre?. ¿Cuántas amistades suyas, por no cultivarlas --como antes se hiciera el símil con las plantitas-- se marchitaron para siempre?. ¿Cuántos amigos y amigas se fueron de su vida, lector, lectora?. Nosotros hacemos muchos amigos a lo largo de nuestra vida, pero también a lo largo de nuestra vida perdemos muchos amigos. La amistad es una eterna suma-resta. ¿O acaso no, lector, lectora?. Para el 2050 falta todavía mucho tiempo. Casi medio siglo, por decirlo en términos generales y sin meterse de lleno a los terrenos de Pitágoras. Ah, pero para entonces México, nuestro país, que quién sabe qué población general tendrá, estará habitado por treinta millones de abuelitos, viejitos, de la tercera edad, como usted lector, lectora, guste llamarlos (y es posible, si Dios le da vida, que usted sea uno de ellos o una de las abuelitas o de las viejitas del 2050). Eso es lo que resulta de una proyección hecha por el INAPAM, según informó su director nacional, Alejandro Orozco Rubio. ¿Cuántos jóvenes y cuántos niños tendrá México para entonces?. Quién sabe. Lo que sí aparece proyectada es la supuesta población adulta del país --con hombres y mujeres de más de sesenta años--, que será muy elevada. A lo mejor --o a lo peor-- en el 2050 en México hasta es mayor el número de viejos que el de jóvenes y de niños, con eso de que nuestra población cada vez es más vieja porque la expectativa de vida a lo que tiende es a incrementarse y no a descender. Según ese estudio del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores cada día que pase ochocientos personas cumplen sesenta años y desde ese momento se convierten en viejas o en viejos, a los que no solamente no les quedará poco tiempo de vida sino que permanecerán encima --y no abajo-- de la tierra por diez, quince, veinte, o más años. Y es que si bien antes la vejez --que empezaba a los cincuenta años-- era prácticamente breve, porque la gente vieja no duraba ya mucho tiempo sobre la faz de la tierra, ahora ocurre que se hace larga y que los viejos y las viejas ya no se van tan pronto, sino que dan lata por un buen rato más. ¿O no es así lector, lectora? Bueno, pues de ser así para el 2050 México estará poblado por un titipuchal de ancianos y de ancianas, ni más ni menos que por treinta millones. ¿Qué irán a hacer el estado y los familiares con ellos?. Vaya usted a saber (más todavía si hoy no saben qué hacer con los viejitos y con las viejitas que tienen y menos todavía, por supuesto, con los que no solamente no pueden valerse por sí mismos sino que ni siquiera disponen de medios económicos para sobrevivir fuera de la pobreza extrema). ¿Pues que hará falta?. Sin duda, políticas públicas para los adultos mayores y mayor compromiso familiar, pero que nos metemos nosotros en eso. ¿Un control de la ancianidad, como en su momento se estableció el de la natalidad, que nos produjo menos nacimientos y por ende menos niños, consiste en este caso en impedir que la senectud se prolongue por mayor tiempo del debido, o simplemente aumentar el principio de la tercera edad para que en lugar de que esta se inicie al cumplir los sesenta años lo haga hasta cumplidos los setenta años y así únicamente puede decirse vetustos a los setentones y no a los sesentones?. ¡Vaya a usted a saber!. Aquí en Tabasco, según declaraciones de Ramiro Guerrro, nuestro delegado inapamista, existen ciento sesenta y siete mil adulto mayores, es decir, con cuando menos sesenta años a cuestas, incluyéndolo a él, por supuesto (¿o sin incluirlo?). Bueno, pues nuestra meta es llegar a los treinta millones de viejos en el 2050, salvo que quienes dirigen al INAPAM determinen que se comienza a ser viejo a los setenta y no a los sesenta años, como ahora… pero eso a quienes hoy andamos por las seis o las siete décadas ni nos ira ni nos vendrá. ¿O no es así, lector, lectora?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.