jueves, 21 de abril de 2011

Transparencia Política: Erwin Macario Rodríguez / Columna / Abr 21

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)
* erwinmacario@hotmail.com

El morral de Quintana (2)

El artista plástico, autor del único
mural en tinta china, localizado en
el museo Casa de los Azulejos, no
sólo ha tenido éxitos en sus pinturas
a la tinta, en sus retratos y ahora en
sus nuevos cuadros donde el color le
facilita los matices, tan difíciles de manejar
en la tinta, un trabajo de microscopio…
Erwin Macario 030308 / Primer acercamiento
a Héctor Quintana.

Con el título “La gloria del poder” publiqué, el 23 de marzo de 2007, en el diario El Heraldo, una Transparencia acerca de la obra póstuma de Armando Pérez Chan, Anécdotas, cuentos y tradiciones del folclore porteño, presentada dos días antes en Frontera, a cuyo evento mi invitó Jorge Priego Martínez.
Transcribí, en esa entrega, parte de una anécdota que el cronista de Frontera cuenta sobre el pintor Héctor Quintana y otros personajes costeños:

—Mire usted doña Vita, yo quisiera saber por pura curiosidad, si dentro de sus antecesores, por parte de los Suárez, o de sus familiares, hubo alguno que haya sobresalido en el arte de la pintura...

—Sí, mi tío Joaquín Clausell —contestó rápidamente.

(Don Joaquín, campechano de origen, fue considerado el único pintor destacado en México, dentro del impresionismo, dice Pérez Chan).

—Bien, ya me lo imaginaba, doña Vita, porque fíjese usted le dije muy serio: Héctor Quintana Suárez, el hijo de su hermana Angelita, es un eminente maestro pintor... los hijos de su hermana Anita, los Mora Suárez, son también extraordinarios dibujantes, y ahora con eso de que Amado ya le dio por la pintura...

No había yo terminado y ya la guapa Sonia (hermana de Amado) me estaba preguntando:

–¿Y qué es lo que pinta Amado?

–Se pinta el pelo cada vez que viene de México -le contesté.

El texto me sirvió para saber que Héctor Quintana era poseedor del jus sanguinus en el arte pictórico, lo que me fue útil en el texto que, un año después (menos 20 días), apareció en el mismo matutino.

Recordé esto —claro sin la precisión de las fechas— durante la presentación de la biografía autorizada del pintor centleco, El hombre del morral, escrita por Yolanda Trujillo, que se realizó el pasado viernes 15. Un acto casi solemne, con la seriedad que Quintana Suárez mantiene tras una agitada vida que él y sus críticos califican de bohemia.

Esa solemnidad, sólo rota en parte por Pedro Luis Bartilotti Perea, me hizo recordar las anécdotas que cuento en esta entrega en dos partes. Necesario es completar el texto que Pérez Chan nos deja sobre la pintura de Héctor:

Doña Vita, era hermana de doña Angelita, esposa que fue de don Gonzalo Quintana y madre del pintor Héctor Quintana Suárez. Y también hermana fue doña Vita de doña Anita, casada con José L. Mora Lara y madre de cuatro pintores: Jorge, Ulises, Ángel José Pachín y Carlos Manuel Noyo Mora Suárez, "que entre alguna de sus obras está la creación de la historieta denominada Chanoc, que tanto agradó a los lectores nacionales y extranjeros".

Al reseñar la presentación del anecdotario porteño de Pérez Chan, explique que Doña Vita era la única de las tres hermanas en cuya familia no hubo ningún pincelista, a pesar de que tuvo diez hijos, cuatro mujeres y seis hombres, entre ellos Amado Francisco Franco Suárez, amigo que este columnista y otros periodistas estuvimos a punto de hacer presidente municipal en el primer trienio del gobernador Leandro Rovirosa, quien gobernó de 1977 a1982, pero el entonces secretario de Gobierno, Salvador Neme aconsejó a Don Leandro a no sentar un precedente de espacio político a los periodistas. Amado fue alcalde después, de 1983 a 1985 y tuvo otros amigos. Lo que es otra historia del puerto de entrada a Tabasco.

Sobre la genealogía artística de Héctor Quintana, publique el 3 de marzo de 2008, lo que el pintor me dijo, al preguntarle esa referencia: “Por vía de mi madre soy pariente del gran pintor Joaquín Clausell, el único impresionista mexicano que expuso en Europa”.

Investigue y supe que el tío famoso habitó el viejo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, desde 1964 Museo de la Ciudad de México.

Y escribí: “Como su pariente campechano impresionista, Quintana busca, y logra, los matices de la vegetación y la transparencia del agua en el manejo del color en su hada-diosa-virgen-mariposa del pantano, aunque, como dice el historiador Jorge Priego Martínez su paisano, —En Bajo la mirada de la Ceiba, publicación de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco que reúne obra y vida de los artistas plásticos de Tabasco— “es en las tintas donde Héctor obtiene sus mayores logros. Esa es su verdadera voz, con la que habla y canta, con la que seduce a quienes escuchan su mensaje de belleza y arte”.

LADO CLARO

Joaquín Clausell Troconi (1866-1935) —pienso, después de la biografía—, le da linaje artístico a Héctor Quintana. Por eso, reflexiono, cae bien el título del libro escrito por Yolanda Trujillo: El hombre del morral. Nuestro artista ha dejado el sombrero de la nobleza y se mantiene integrado a su pueblo, Tabasco, cambiando el tahalí de los caballeros y los soldados, por el morral choco.

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